martes, 29 de septiembre de 2009

El nuevo rol del profesor

En contra de lo que opinan algunos, la idea de que la tecnología
desplaza a los docentes está superada y, al contrario,
cada vez resulta más claro que la utilización de las
TIC depende en gran medida de la actitud que tenga el
docente hacia las mismas, de su creatividad y sobre todo
de su formación, tecnológica y pedagógica, que le debe
hacer sentirse bien enseñando a unos alumnos que casi
siempre se manejan en el ciberespacio con más soltura
que él. El papel del profesor no sólo no pierde importancia
sino que se amplía y se hace imprescindible.
Según un estudio experimental2 que analiza las actitudes
de los docentes de Educación Infantil y Primaria hacia
las TIC, prácticamente la mayoría de los docentes se
muestra favorable a las TIC y opina que su uso acabará
generalizándose entre los profesores. Se supone que esta
predisposición implica que comprenden la aportación de
las TIC a la mejora de la enseñanza. Sin embargo, un
estudio de la OCDE indica que la mayoría de los profesores
de los países de la OCDE3 tiene más de 40 años y
por ello la integración de las TIC en el aula va a suponer
un proceso bastante largo, ya que los profesores deben
adquirir la formación necesaria para adaptarse a las nuevas
herramientas.
Esta idea está muy ligada a la necesidad que tiene el docente
de formarse continuamente o de forma permanente,
como única vía para poder enfrentarse a las repercusiones
educativas de las innovaciones tecnológicas. En este
sentido adquieren mucho valor para el profesor los nuevos
canales de comunicación que le permiten relacionarse
con colegas que pueden ser del mismo centro o incluso
del extranjero, con los que puede compartir sus experiencias,
sus problemas y sobre todo “estar al día”.
La labor del profesor se hace más profesional, más creativa
y exigente. Su trabajo le va a exigir más esfuerzo
y dedicación. Ya no es un orador, un instructor que se
sabe la lección, ahora es un asesor, un orientador, un facilitador
o mediador que debe ser capaz de conocer la
capacidad de sus alumnos, de evaluar los recursos y los
materiales existentes o, en su caso, de crear los suyos
propios.
El nuevo profesor debe crear un entorno favorable al
aprendizaje, basado en el diálogo y la confi anza. En este
ambiente propicio, el docente debe actuar como un gestor
del conocimiento y orientar el aprendizaje, tanto a
nivel general de toda la clase, como a nivel individual
de cada alumno.

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